Eduardo hizo la Primera Comunión un día muy frío de marzo. Sus padres nos encargaron su MiniTómbola con muchísima ilusión. Él lo sabía, lo que no sabía era qué juegos íbamos a poner y qué regalos…

Estuvimos hasta el último momento dudando si poner las casetas dentro o fuera (por su tamaño tienen la ventaja de que se pueden mover con muchísima facilidad y caben casi en cualquier sitio). Al final salió el sol y pudimos montar en el jardín. Después de merendar descubrimos las casetas y los caseteros ocuparon sus puestos. La cara de emoción de los niños es una de nuestras grandes compensaciones al trabajo y a los nervios de última hora. Si contabilizáramos los kilómetros que hicieron corriendo de un juego a otro, de la Tómbola a otro juego y de la merienda a la Tómbola nos llevaríamos una sorpresa.

Y es que las MiniTómbolas son muy grandes.

Eduardo